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¿Qué es la Agenda 2030?

La Agenda 2030 es un plan de control político, económico y social al que se han adherido los países miembros de la ONU y organizaciones de todo tipo. Su fin último es instaurar el Nuevo Orden Mundial, estableciendo un gobierno global supranacional, controlado por una élite, en el que la libertad, la seguridad y los derechos de las personas estarán supeditados a las necesidades y caprichos de los que ostenten el poder.

La Agenda 2030 fue adoptada en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2015, bajo la resolución “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. Es un plan progresivo de 15 años en el que poder deconstruir todas las estructuras políticas, económicas y sociales actuales y transformarlas en un arma de control y sometimiento de las personas en todo el mundo, y en especial, en occidente.

¿Cuáles son los objetivos de la Agenda 2030?

La Agenda 2030 plantea 17 objetivos y 169 metas que afectan al ámbito económico, social, político y ambiental. Con ellos pretenden subvertir el orden social de occidente basado en la cultura grecolatina y en el cristianismo, para promover una nueva ética globalista anticristiana y antinatural, y conformar una nueva estructura geopolítica en la que las naciones y sus derechos quedan diluidos en un ente global que puede utilizar sus recursos naturales, energéticos y humanos a su antojo.

Estos objetivos, que son “de alcance mundial y aplicación universal”, son presentados con una estética engañosa en la que se utiliza un lenguaje cromático (colores vivos), simbólico (iconos sencillos con significados positivos) y léxico (uso de palabras como paz, vida, salud, educación, etc.). Todo ello para para lograr un consenso común y una adhesión general a sus principios y para enmascarar el objetivo último, que es tener el control total de la vida y recursos del planeta Tierra y someter sus habitantes bajo una esclavitud material y una colonización ideológica.

Los fines pueden parecen muy inocentes, pero los medios no lo son:

  • Hablan de igualdad para referirse a la ideología de género.
  • Hablan de salud reproductiva para referirse a la anticoncepción y al aborto.
  • Hablan de educación de calidad para referirse al adoctrinamiento.
  • Hablan de innovación para referirse a transhumanismo.
  • Hablan de alianzas nacionales para referirse a un gobierno mundial.
  • Hablan de alimentación para promover las granjas de insectos.

¿Qué esconde la Agenda 2030?

La Agenda 2030 esconde un plan siniestro para alterar nuestra forma de vida y someterla al dictado y control de una élite globalista.

Detrás de la falsa promesa de alcanzar el “fin de la pobreza”, la “salud y el bienestar” universal o la “educación de calidad”, se esconden realidades oscuras, como la reducción de la población, la promoción del aborto o el adoctrinamiento de los niños.

Es por tanto un engaño para cautivar a personas que desean vivir en un mundo mejor, sin ser conscientes de que el precio para conseguirlo es su libertad, su propiedad y su identidad. El lema “no tendrás nada y serás feliz” es un mantra que se va haciendo realidad a medida que renunciamos a nuestra forma de vivir y a nuestros valores a cambio de unos objetivos utópicos, irreales e inalcanzables, impuestos por personas que llevan una vida contraria e incoherente con estos mismos objetivos.

La Agenda 2030 también esconde un mercadeo de dinero, privilegios, influencias y poder entre gobiernos, empresas multinacionales, medios de comunicación y organismos globalistas, ahogados en corrupción e inmoralidad.

¿Cuáles son los antecedentes de la Agenda 2030?

La Agenda 2030, también conocida como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no es algo nuevo, sino que es un refrito de décadas de distintas conferencias y documentos de la Naciones Unidas. Se nutre de los objetivos propuestos en las conferencias de Dacca (1964), Bucarest (1974), la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (1992), El Cairo (1994), Pekin (1995), Kioto (1997), Buenos Aires (1998), la Cumbre del Milenio en Nueva York (2000), Copenhague (2009), Río+20 (2012), París (2015), etc.

Como antecedentes documentales podemos destacar la Carta Mundial de la Naturaleza de 1982, el Informe Brundland de 1987, El Programa 21 de Río (1992) y sobre todo Carta de la Tierra y Los Objetivos del Milenio, ambos del año 2000.

En la Carta de la Tierra, Mikhail Gorbachev, uno de sus promotores, dice que es «el manifiesto de una nueva ética para el nuevo mundo», un verdadero «Decálogo de la Nueva Era», base para un código de conducta universal que deberá regir al mundo desde el año 2000. «Estos nuevos conceptos -dijo el ex premier soviético y antiguo jefe de la KGB-, se deberán aplicar a todo el sistema de ideas, a la moral y a la ética y constituirán un nuevo modo de vida. El mecanismo que usaremos, será el reemplazo de los Diez Mandamientos, por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra«, (cfr. S. Arguedas, La Cumbre de la Tierra, AICA-DOC 2106, Buenos Aires, 30-04-97).

Queda claro entonces cuál es el objetivo de estos planes. En dichos documentos se incide una y otra vez en conseguir el control de la natalidad, alterar el concepto de familia, impulsar la ideología de género, el aborto, la eutanasia y defender un ecologismo radical que presenta al ser humano como un parásito que debe ser contenido y eliminado.

Este nuevo código de conducta será como una nueva religión mundial, sincretista y gnóstica que busque la implantación del paraíso en la tierra y combata la libertad de pensamiento y conciencia.

Tendrá un lenguaje propio, pretendidamente ambiguo, que estará lleno de conceptos que se repetirán una y otra vez hasta que queden grabados en la mente de las personas: empoderamiento de la mujer, resiliencia, inclusividad, sostenibilidad, salud sexual y reproductiva, Madre Tierra, cogobernanza, derechos sexuales de los niños, multiculturalidad, etc.

Sus dogmas sobre el cambio climático y la ideología de género serán de obligado cumplimento y se instaurarán de forma transversal en todos los gobiernos y legislaciones del mundo, perdiendo su soberanía, sus recursos y su identidad y sacrificando su economía, su industria, sus riquezas naturales y su estabilidad social. Aquellos que no se plieguen serán perseguidos, castigados y señalados como “negacionistas”.

¿Cómo la implantarán en la sociedad?

Se utilizarán diversos mecanismos psicológicos y recursos de comuniación.

Jugarán con la ingenuidad de aquellos crédulos que piensen en las bondades de la ONU y del resto organismos y empresas para construir un mundo mejor, en paz y armonía con la naturaleza. Estas personas aceptarán una vida de pobreza material y energética, sacrificando su bienestar social en nombre de un ideal falso, que nunca llegará.

Cuando la apelación a la ingenuidad no surja el efecto deseado, entonces entrará en juego el miedo. Miedo a un enemigo invisible que amenaza la vida, la seguridad y la supervivencia de las personas en la Tierra. Ese enemigo cambiará de nombre según el interés de cada momento: unas veces se llamará cambio climático, otras recesión económica, en otras será una amenaza de guerra mundial, un ataque extraterrestre, los peligros de la inteligencia artificial o una pandemia descontrolada.

Ese miedo llevará a las personas a regalar su libertad, a denunciar y perseguir a los que no cooperen con el plan y a obedecer irracionalmente cualquier norma por muy absurda que sea. Esto ya lo hemos vivido y lo volveremos a vivir de forma diferente con la siguiente crisis mundial que provoquen.

Esta persecución social será auspiciada desde los gobiernos y sus estructuras afines (ministerios, comisiones, institutos, observatorios,…) debidamente subvencionadas. Contará con el servilismo de los medios de comunicación y la cooperación de empresas, organizaciones e instituciones que difundirán la Agenda 2030 a cambio de contratos y subvenciones. Obligarán a los trabajadores a formarse en igualdad de género, a asumir cuotas y a cumplir con obligaciones absurdas en nombre de la sostenibilidad.

Para que el cambio sea irreversible, la Agenda 2030 se impondrá desde los colegios de forma transversal en todas las asignaturas, para configurar las mentes de los niños de forma que no distingan entre conocimiento e ideología, entre verdad y relato, entre hechos y opiniones, entre realidad y conciencia, para hacerles dependientes emocionalmente y confundirles sobre su propia identidad y sexualidad.

También serán cómplices las instituciones religiosas, que renunciarán a sus principios y creencias para adaptarse a los nuevos tiempos, arrastrando con fe ciega a sus feligreses hacia los planteamientos globalistas y adheriéndose a la nueva religión climática.

Si quieres conocer más en detalle qué esconde la Agenda 2030 detrás de cada uno de sus objetivos, pulsa en cada uno de los siguientes recuadros.