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Cuando dicen:

Trabajo decente y crecimiento económico

En realidad quieren decir:

Explotación laboral y esclavitud fiscal


¿Por qué es esto?

El trabajo digno es uno de los derechos fundamentales del ser humano, pero eso no lo protege de ser utilizado por los poderosos como un medio de explotación y esclavitud.

Aquí no nos referimos únicamente a jornadas laborales interminables, salarios miserables, trabajo infantil, condiciones insalubres, etc. como se sufren en la mayoría de países pobres.

En este caso hablamos más bien de cómo los gobiernos y las empresas globalistas buscan asfixiar cualquier iniciativa privada que les pueda quitar cuota de mercado o que permita a los individuos tener cierta independencia laboral.

La transformación laboral que vivimos se manifiesta principalmente en dos frentes:

– El monopolio digital: que consiste en la imposibilidad de competir en igualdad de condiciones con empresas multinacionales que han colonizado los mercados, llevándolos a un monopolio digital. Pensemos aquí en librerías, tiendas de ropa, artículos para el hogar, productos de alimentación, etc. que tienen que cerrar sus tiendas físicas o adaptarlas a un modelo digital en el que dependen totalmente (fabricación, fijación de precios, logística, promoción, transporte, servicio postventa) de las normas y exigencias, en ocasiones caprichosas, de un mercado privado, dominado por una multinacional. Un modelo en el que al final unos pocos se benefician y la gran mayoría acaban perdiendo.

– Abuso fiscal: Por otra parte, los gobiernos penalizan cada vez más las iniciativas laborales privadas, mediante una imposición fiscal abusiva, cuyo único fin es desincentivar el trabajo autónomo que no dependa ni del estado, ni de las empresas globalistas. Este empobrecimiento generado a través de impuestos, que no van precisamente a mejorar la sanidad y la educación, sirve para consolidar un modelo de dependencia del Estado, que a través de subsidios, chiringuitos ideológicos y oposiciones públicas cada vez menos exigentes, encadenan la vida social y laboral del ciudadano a los objetivos y necesidades del gobierno.

Al mismo tiempo vemos cómo crecen las iniciativas dirigidas a fomentar una menor presencialidad laboral, con el pretexto de favorecer la flexibilidad, la conciliación, ahorrar energía y reducir la contaminación. Sin embargo, a largo plazo muchos de estos cambios supondrán para muchas personas vivir más aisladas, separándoles de una de sus principales redes de socialización y por lo tanto ser más vulnerables; un aumento del cansancio, el estrés, la ansiedad y la depresión, aumento de los riesgos laborales y en definitiva un mayor riesgo para su salud.

¿Cómo lo harán?

– Aprobando leyes que reduzcan la autonomía laboral de los individuos y penalicen el trabajo autónomo, con impuestos y burocracia.
– Promoviendo por acción u omisión la globalización de los mercados, gestionados por unas pocas empresas.
– Promoviendo el teletrabajo, la jornada laboral de 4 días y otras medidas que reduzcan la presencialidad laboral.