
Fuente: La Vanguardia
El miedo es el arma más poderosa y efectiva para poder controlar un colectivo. El miedo paraliza, bloquea la mente y hace serviles a los individuos, que aceptarán u obedecerán las normas que imponga la autoridad, sin cuestionarlas.
Por lo tanto, en su afán de dominar el mundo y subvertir el orden social actual, los poderosos no dudarán en provocar o aprovecharse de situaciones extraordinarias, en la que se produzca un clima de temor entre las personas para ir poco a poco quitándoles la libertad sin que se den cuenta.
Esto que puede sonarnos a China y su estricto control social, lo hemos vivido todos (muchos sin ser conscientes de ello) durante los años de pandemia. Veamos cuáles son los elementos principales:
Este proceso se repite en mayor o menor medida muchas veces en nuestras vidas, no solo en situaciones de una gravedad excepcional, sino incluso como técnica comercial o requisito imprescindible para poder utilizar un servicio, para vendernos seguros, para instalarnos una aplicación en el teléfono móvil, para poder sacar nuestro dinero de un cajero, para comprar una silla de bebé para el coche, para ponernos una vacuna determinada, para que no nos entren en la cuenta de Instagram,…
El miedo es el elemento común que permite todas estas cosas en las que el resultado es siempre el mismo: cedemos nuestra libertad por un poco de aparente seguridad. Y esto va a más, porque hay un miedo principal que han conseguido inocular en la sociedad: el miedo al cambio climático, bajo cuya amenaza (real, creada o provocada) ya se están cambiando los cimientos y la estructura de nuestra sociedad. Porque solo con el control absoluto se podrán conseguir «ciudades y comunidades sostenibles».
-Creando y provocando situaciones de emergencia que supongan una amenaza para todo el planeta.
– Aprovechando las emergencias reales y presentándolas como consecuencia de las emergencias creadas y provocadas.
– Sirviéndose de los medios de información y comunicación para acrecentar la sensación de emergencia y para difundir un relato único de los hechos.
– Censurando y persiguiendo las informaciones que contradigan el relato oficial, tachándolas de bulos y desinformación, amparados por cómplices que se aprovecharán de su situación de autoridad y credibilidad para confundir a las personas.
– Desacreditando a los expertos que aporten criterios y argumentos profesionales o científicos y que puedan reducir la atmósfera del miedo entre la población.
– Estableciendo legislaciones y medidas que restrinjan las libertades de los individuos: libertad de movimiento, de reunión, de expresión, de propiedad, de privacidad, etc.
– Imponiendo multas, sanciones y mayor privación de libertades para disuadir a los infractores y opositores.
– Promoviendo la «colaboración ciudadana» para llegar a aquellos lugares donde las medidas impuestas no sean suficientes.
– Estableciendo un sistema de premios y castigos según el comportamiento esperado, que supongan la promoción o degradación social de los individuos.
– Promoviendo la concentración de la población en las ciudades, que son más fáciles de controlar que los pueblos.