- 
Arabic
 - 
ar
English
 - 
en
French
 - 
fr
German
 - 
de
Hindi
 - 
hi
Italian
 - 
it
Portuguese
 - 
pt
Russian
 - 
ru
Spanish
 - 
es

Cuando dicen:

Ciudades y comunidades sostenibles

En realidad quieren decir:

Vigilancia y control absoluto. Totalitarismo


¿Por qué es esto?

Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y esta cifra se incrementará todavía más en los próximos años.

Las personas tienden a vivir cada vez más concentradas en grandes núcleos urbanos, muchas veces empujados por la falta de oportunidades laborales o de servicios en las poblaciones periféricas.

Este fenómeno migratorio es el caldo de cultivo perfecto para establecer un nuevo concepto de ciudad, que llamarán «sostenible» y que se caracteriza por el control exhaustivo de los ciudadanos por parte de las autoridades, aliadas con las grandes empresas tecnológicas y constructoras, bajo la fórmula de colaboración público-privada o diálogo competitivo, siempre bajo la omnipresente amenaza del cambio climático.

En estas ciudades modernas, que ya se empiezan a vislumbrar todo estará controlado: los desplazamientos, el consumo de recursos, las compras, la alimentación, los hábitos de salud, las relaciones sociales, etc. Crearán las llamadas ciudades de 15 minutos, en las que tendrás todo cerca de casa y tendrás que justificar y pagar por desplazarte más allá de tu zona, controlando cuánto tiempo estás y qué recorrido realizas, gracias a los llamados filtros de tráfico.

Estas medidas que se promoverán «en tiempo de paz» para facilitar la comodidad ciudadana y reducir la contaminación, se volverán más estrictas en un contexto de emergencia, como guerras, desastres naturales, protestas sociales o apocalipsis climáticos.

Probablemente el indicador clave será la huella de carbono de cada ciudadano. Primero, para concienciar, parecerá casi un juego en el que cada ciudadano podrá calcular cuál es su huella de carbono. Posteriormente ese indicador será el requisito que tengamos que cumplir a la hora de adquirir ciertos bienes o tener derecho a utilizar servicios.

Podrán saber en todo momento dónde estamos, con quién estamos, qué hemos comprado, cómo hemos viajado, de qué hemos hablado, qué hemos comido, cuánto gastamos en ocio, cuanto tiempo tardamos en ducharnos, cuánta basura generamos y qué porcentaje reciclamos, qué esperanza de vida tenemos, cuánta carne consumimos o cuántos minutos utilizamos el coche.

En función de nuestros hábitos se crearán perfiles y se nos premiará o castigará en función de lo «sostenibles» que seamos, limitando nuestro acceso a bienes y servicios públicos y privados.

Esto será posible gracias a la tecnología, llenando nuestros hogares de dispositivos «inteligentes», que medirán y recogerán información de todo lo que hagamos; llenando las calles de cámaras, sensores y puntos de identificación digital, que indiquen qué estamos haciendo en cada momento; y exigiendo nuestros datos biométricos para hacer uso de cualquier servicio.

Este control absoluto de nuestras vidas por parte de los gobiernos es una nueva forma de totalitarismo, que se impondrá primero a nivel nacional, para establecerse finalmente a nivel mundial.

¿Te parece ciencia ficción? Aquí tienes un documento con varias de estas medidas, publicado por la consultora británica Arup Group, la Universidad de Leeds y el Grupo de Liderazgo Climático C40, una alianza de un centenar de ciudades, junto a la Open Society de George Soros, la Fundación Clinton y muchas otras organizaciones filantrópicas.

¿Cómo lo harán?

– Promoviendo políticas que incentiven la concentración de la población en las ciudades, que son más fáciles de controlar que los pueblos.
– Creando nuevos «derechos» sociales que podrán ser disfrutados en función del criterio supremo de la sostenibilidad.
– Utilizando la tecnología para medir, analizar y controlar todo lo que hacemos: cámaras de vigilancia, sensores, puntos de identificación biométrica, aplicaciones móviles, dispositivos «inteligentes», etc.
– Imponiendo el uso de la geolocalización y la identificación digital para todo tipo de acciones cotidianas, como usar el transporte público, comprar en supermercados o tirar la basura.
– Imponiendo el criterio medioambiental para poder acceder a todo tipo de bienes y servicios públicos y privados.
– Dividiendo y jerarquizando a los ciudadanos en función de sus hábitos de vida sostenibles.
– Creando un clima de linchamiento, cancelación y aislamiento social hacia las personas que tengan comportamientos poco sostenibles.